jueves, 30 de abril de 2009

Adherencia al mundo

Francois Jullien
¿Son universales los derechos humanos?
Le Monde Diplomatique 148. FEBRERO DE 2008

En la India, (incluso a la distancia, como un hecho enorme frente al cual la inteligencia europea, apenas presta atención, se ve presa de una vacilación irreprimible), no hay aislamiento del "ser humano". Ni respecto de los animales: la distinción entre los seres humanos y ellos no es del todo pertinente desde el momento en que se admite la reencarnación de unos en otros y el hecho de que el animal posee también el poder de inferir y conocer. Ni respecto del mundo: como el psiquismo humano no es más que un conjunto de órganos destinados a transmitir pasivamente datos externos, la interioridad humana, que sólo está destinada a reaccionar a aquéllo que le provee el mundo, no está en condiciones de distanciarse respecto de él. La adherencia al mundo es tal que no hay orden natural del que pueda despegarse el ser humano. Ni, por último, respecto del grupo: éste, determinado jerárquicamente por su función religiosa, es la realidad primera en la que el individuo sólo halla un estatuto mínimo; el estatuto, irreducible, que está limitado a lo psico-fisiológico de lo que sufre o de lo que goza.

miércoles, 29 de abril de 2009

Del paisaje de Medellín

Lucio Luque (2009)



viernes, 24 de abril de 2009

Del paisaje americano

Claude Levi-Strauss
Tristes Trópicos (1955)

Capitulo 8
EL MAR DE LOS SARGAZOS

(...) Ya desde ayer, el Nuevo Mundo está presente, pero no para la vista. La costa se halla demasiado lejos, a pesar del cambio de ruta en un eje oblicuo hacia el sur, que progresivamente, desde el Cabo de Sao Agostino hasta Rio de Janeiro, se mantendrá paralelo a la costa. Por lo menos durante dos días, o quizá tres, navegaremos al costado de América. No son tampoco los grandes pájaros marinos los que anuncian el fin de nuestro viaje —rabos de junto gritones, petreles tiránicos que en pleno vuelo obligan a las plangas a devolver su presa—; estos pájaros se aventuran lejos de las tierras. Colón se enteró de eso poco después (todavía en medio del océano saludaba su vuelo como su victoria). Los peces voladores, que se impulsaban a coletazos en el agua y llegaban lejos gracias a sus aletas abiertas, mientras que sobre el crisol azul del mar surgían chispas de plata en todos los sentidos, habían disminuido desde hacía algunos días. Para el navegante que se aproxima al Nuevo Mundo se impone primeramente como un perfume, bien diferente del que se insinúa desde París con una asociación verbal y difícil de describir para quien no lo ha respirado.

Al principio parece que las fragancias marinas de las semanas precedentes ya no circulan con libertad; chocan contra un muro invisible; inmovilizadas, ya no requieren más la atención; ésta se orienta hacia olores de otra naturaleza, que ninguna experiencia anterior permite calificar. Brisa de selva que alterna con perfumes de invernadero, quintaesencia del reino vegetal, cuya frescura específica parece tan concentrada que podría traducirse por una embriaguez olfativa, última nota de un poderoso acorde arpegiado para aislar y fundir a la vez los tiempos sucesivos de aromas diversamente sazonados. Sólo lo comprenderán quienes han hundido su nariz en un pimiento exótico recién abierto después de haber respirado, en algún botequim del sertâo brasileño, el rollo almibarado y negro del fumo de rolo —hojas de tabaco fermentadas y arrolladas en cuerdas de varios metros— y en la unión de estos olores hermanos reencuentran a esa América que durante milenios fue la única poseedora del secreto.

Pero cuando a las cuatro de la mañana del siguiente día ella se levanta finalmente en el horizonte, la imagen visible del Nuevo Mundo aparece digna de su perfume. Durante dos días y dos noches se va revelando una inmensa cordillera; inmensa no ciertamente por su altura sino porque se reproduce, siempre idéntica a sí misma, sin que sea posible distinguir un comienzo o una interrupción en el encadenamiento desordenado de sus crestas. A muchos cientos de metros por encima de las olas, esas montañas elevan sus paredes de piedra pulida, cabalgata de formas provocativas y locas como se ven a veces en castillos de arena desgastados por la marea, pero que uno jamás sospecharía que, al menos en nuestro planeta, existieran en tan grande escala.

Esta impresión de enormidad es privativa de América; se la experimenta por todas partes, tanto en las ciudades como en la campaña; yo la he sentido frente a la costa y en las mesetas del Brasil central, en los Andes bolivianos y en las Rocallosas del Colorado, en los barrios de Rio, los alrededores de Chicago y las calles de Nueva York. En todas partes se recibe la misma impresión violenta. Pero esos espectáculos recuerdan otros semejantes: esas calles son calles, esas montañas son montañas, esos ríos son ríos; ¿de dónde proviene la sensación de extrañeza? Simplemente, de que la relación entre la talla del hombre y la de las cosas se ha distendido hasta tal punto que la medida común está excluida. Más tarde, cuando uno se ha fami-liarizado con América, se opera casi inconscientemente esa acomodación que restablece una relación normal entre los términos; se hace imperceptiblemente, y esto se verifica justamente en el mecanismo mental que se produce cuando desciende el avión. Pero esa inconmensurabilidad congénita de ambos mundos penetra y deforma nuestros juicios. Los que declaran que Nueva York es fea son tan sólo víctimas de una ilusión de la percepción. Aún no han aprendido a cambiar el marco de referencia, se obstinan en juzgar a Nueva York como una ciudad y critican las avenidas, los parques, los monumentos. Y sin duda, objetivamente, Nueva York es una ciudad; pero el espectáculo que presenta a la sensibilidad europea es de otro orden de dimensión: es el de nuestros propios paisajes, en tanto que los paisajes americanos nos arrastrarían hacia un sistema aún más vasto, para el cual no poseemos equivalente. La belleza de Nueva York, por lo tan¬to, no se refiere a su naturaleza de ciudad sino a su transposición, inevitable para nuestra vista si renunciamos a toda rigidez, de la ciudad al nivel de un paisaje artificial donde los principios del urbanismo ya no intervienen; los únicos valores significativos son la suavidad de la luz, la sutileza de las lejanías, los precipicios sublimes al pie de los rascacielos, y los valles umbríos sembrados de automóviles multicolores, como flores.



Después de esto me siento aún más embarazado para hablar de Rio de Janeiro, que me rechaza a pesar de su belleza tantas veces celebrada. ¿Cómo decir? Me parece que el paisaje de Rio no está a la escala de sus propias dimensiones. El Pan de Azúcar, el Corcovado, todos esos puntos tan alabados, se le aparecen al viajero que penetra en la bahía como raigones perdidos en los rincones de una boca desdentada. Casi constantemente sumergidos en la bruma fangosa de los trópicos, esos accidentes geográficos no llegan a llenar un horizonte demasiado como para sentirse uno satisfecho. Si se quiere abrazar un espectáculo hay que tomar la bahía de flanco y contemplarla desde las alturas. Del lado del mar y por una ilusión inversa a la de Nueva York, aquí es la naturaleza lo que reviste el aspecto de los astilleros.

Así las dimensiones de la bahía de Rio no son perceptibles con la ayuda de referencias visuales: la lenta progresión del navio, sus maniobras para evitar las islas, la frescura y los perfumes que descienden bruscamente de las selvas pegadas a los morros, establecen por anticipado cierto contacto físico con flores y rocas que aún no existen como objetos, pero que preforman para el viajero la fisonomía de un continente. Y otra vez Colón viene a mi memoria, cuando señala que los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, y según creía, nunca perdían sus hojas, pues los había visto tan frescos y verdes en noviembre como en mayo en España; algunos hasta tenían flores y otros, frutos; en cualquier dirección hacia donde se volviera, cantaba el ruiseñor acompañado por millares de pájaros de especies diferentes. He allí América, el continente se impone. Está hecho de todas las presencias que en el crepúsculo animan el horizonte nebuloso de la bahía; pero para el recién llegado, esos movimientos, esas formas, esas luces, no indican provincias, caseríos y ciudades; no significan selvas, praderas, valles y paisajes; no traducen los pasos y los quehaceres de individuos que se ignoran unos a otros, cada uno encerrado en el horizonte estrecho de su familia y de su trabajo. Todo eso vive una existencia única y global. Lo que me rodea por todas partes y me aplasta, no es la diversidad inagotable de las cosas y de los seres, sino una sola y formidable entidad: el Nuevo Mundo. Ver Enlace

miércoles, 22 de abril de 2009

"Ilustres" jardineros contemporáneos

Robert Burle Marx – Brasil
Yves Brunier – Francia
Dieter Kienast – Suiza
Patrick Blanc – Francia
Gilles Clement - Francia


Roberto Burle Marx. Residencia de Luis Cesar Fernández

Jardineros "ilustres"

André Le Notre – Francia
Lancelot “Capability” Brown - Inglaterrra
William Kent - Inglaterra
René Louis Girardin - Francia
Joseph Paxton - Inglaterra
Frederick Law Olmsted – Estados Unidos
Jean- Claude Nicolas Forestier – Francia
Nicolau Maria Rubio – España
Beatriz Farrand – Estados Unidos


Beatrix Farrand. Dumbarton Oaks (Foto Flickr por john w)

Jardines singulares

Villa Adriano – Tivoli, Italia
Sacro Bosco de Bomarzo – Viterbo, Italia. F. Orsini
Le Desert de Retz – Chambourcy, Francia. Monsieur de Monville
Palacio Ideal – Hauterives, Francia. Facteur Cheval
Giverny – Francia. Claude Monet
Watts Towers – Los Angeles, California. Simon Rodia
Maison de Picassiette – Chartres, Francia. Raymond Isidore
Litte Sparta – Dunsyre, Escocia. Ian Hamilton Finlay
Prospect Cottage – Dungeness, Inglaterra. Dereck Jarman


Derek Jarman. Prospect Cottage

Culturas del jardín

Hortus conclusus - Edad Medía
Jardín del desierto- Irán
Cármenes - Granada
Jardín clásico – Italia
Jardín clásico – Francia
Jardín oriental – China
Jardín Zen – Japón
Jardín paisajístico – Inglaterra
Jardín estilo cottage – Inglaterra
Jardín burgués – Francia
Jardín mediterráneo - España
Jardín naturalista – Estados Unidos


Bagh-e Shazadeh, Irán

sábado, 18 de abril de 2009

El arquitecto y el jardín (2)

Charles-Edouard Jeanneret (Le Corbusier)
Circular de su primera oficina de arquitectura, dirigida a la clientela local de Chaux-de-Fonts (1912)

Puedo encargarme de la creación de planos y de la construcción de villas, casas de campo y toda clase de edificios industriales (especialmente en hormigón armado), residencias de alquiler, instalación, reparación y transformación de tiendas, así como diseño interior y arquitectura de jardines

Paisaje urbano

Roland Barthes
La Torre Eiffel (1964)

... Por su posición misma de punto de vista visitado, la Torre hace de la ciudad una especie de naturaleza; convierte el hormigueo de los hombres en paisaje, añade el mito urbano, a menudo sombrío, una dimensión romántica, una armonía, un alivio; por ella, a partir de ella, la ciudad se incorpora a los grandes temas naturales que se ofrecen a la curiosidad de los hombres: el océano, la tempestad, la montaña, la nieve, los ríos... visitar la Torre es entrar en contacto... con una nueva naturaleza, la del espacio humano...

One year in 40 seconds



One year in 40 seconds from Eirik Solheim on Vimeo.

El arquitecto y el jardín (1)

Manfredo Tafuri
Crítica Operativa (1981)
Entrevista a Manfredo Tafuri del Programa de Estudios Históricos de la Construcción del Habitar. Buenos Aires

En el Japón, por ejemplo, en el 1500, el 1600 y el 1700 el arquitecto del templo no existía, como tampoco existía la palabra arquitectura. Existen sí dos maneras de designar los problemas del construir a través de dos actividades: por medio de una se indica la tarea de conseguir fondos necesarios, por medio de la otra se refiere a la actividad de quien diseña el jardín, algo mucho más importante que el templo mismo. Se valoriza así el vacío sobre el lleno, y ese vacío no es diseñado por arquitectos, sino por pintores o maestros de la ceremonia del té, sacerdotes, mediante una operación no figurativa, sino sagrada. Y lo que se expresa en el diseño no son conceptos intelectuales, sino una actitud del individuo ante el cosmos.

¿Que significa paisaje? (4)

Paisaje. Landscape + 100 palabras para habitarlo
Bernard Lassus

El "paisaje" es siempre lo que está más lejos, lo que queda fuera de nuestra exploración, el horizonte siempre relegado, renovado... lo inalcanzable. Y si alguna vez podemos acercarnos, en el mismo momento en que llegamos a él, el paisaje se convierte en lugar, como por el toque de una varita mágica: el lugar en el que me encuentro. Así, como lejanía de la presencia de los objetos que lo hacen posible, no puede verificarse. La materia anunciada no es autentificable; a diferencia del lugar, donde puedo tocar esa piedra, o eventualmente subirme a una escalera y coger cerezas.
Destruyendo el paisaje he descubierto un lugar o, mejor dicho, una sucesión de lugares; el paisaje se ha desmigajado, se ha descompuesto en infinidad de fragmentos convertidos en objetos de los que exploro lo oculto. Cada fragmento se convierte en abedul de corteza blanca, lisa y moteada de negro grumoso, casa con techo de tejas, río, nube...

Pero si lo "mostrado" es inexplorable, cuando se separa de lo "oculto" se convierte en un conjunto: una muestra sin fallos, un cuadro compuesto por los fragmentos visibles de un conjunto de objetos de los que se ha separado, lo mostrado de todos los objetos posibles cuya mejor forma de representación es sin duda el traje de camuflage del ejercito. La perdiz se confunde en el campo de trigo, el tigre en la sabana y el soldado en el matorral. Por otra parte, se dice que sólo quedan algunos paisajes de piel de leopardo: el gris azulado del mar, el beige ocelado de marrón de los camiones del desierto o la tela blanca con la que se cubre el cazador alpino. Se presiente entonces la importancia que puede tener el ruido del torrente que no veo, el olor de las flores ocultas por el pliegue del terreno: juegos sutiles entre lo oculto y lo evidente, entre lo próximo y lo lejano.

El "paisaje" es el instante frágil donde los fragmentos sonoros, visuales y olfativos se funden con mis referencias y mi estado del momento para construir una hipótesis de conjunto no completamente disociada de esas fuentes que le hacen de soporte... De alguna forma, el paisaje destruye los objetos, y el cuadro destruye el paisaje... La utilización generalizada del término "paisaje" tal vez sea también la evidencia de un vacío que podría interpretarse como la dificultad de alguien para percibir las articulaciones y las relaciones entre los objetos, como una ausencia de forma significante en los objetos que pudiera facilitar dicha percepción...

Los viajes naturalistas

1758-1858. Del inventario de las especies a una geografía de las plantas y de los animales, hasta las bases de una teoría de la evolución.



Ver Enalce Una avanzada del progreso, en Cuentos de Inquietud (pg. 45)


Humboldt y Bonpland junto al Chimborazo

El espacio del paisaje

Noción asilvestrada
Condiciones

1. Exterior, a cielo abierto, expuesto al paso del tiempo, al contacto meteorológico (geográfico, biológico, climatológico);
2. cruza naturaleza y artificio, es continuo y articulado ;
3. implica desplazamiento, ir de un lugar a otro; traza una trayectoria, por lo menos entre dos puntos;
4. implica una ética, del desprendimiento de la experiencia;
5. alternativo al espacio urbano propiamente funcional;
6. más estético que funcional;
7. más de gestión que de construcción;
8. plano de composición del gusto por la vida;
9. plano de consistencia de la convivencia;
10. sus cualidades y valores están más en lo potencial y abierto que en lo permanente y estable;
11. se interviene eco-sistémicamente
.

jueves, 16 de abril de 2009

Paisaje (7)

Senda de Oku. Matsuo Basho. 1689

Ver Enlaces -3

sábado, 11 de abril de 2009

Land/Landscapes

Alain Roger
Life and Death of the Landscapes

Land/Landscape: this recent lexical distinction (it goes back no further than the fifteenth century) is to be found in the majority of Western languages: pays/paysage in French. Land/Landschaft in German, pais/paisaje in Spanish, paese/paesaggio in Italian. The land is, in a way, the ground zero of the landscape, the point from which its “artialization” proceeds, whether it be direct (in situ)or indirect (in visu). This is what history teaches us, but our landscapes have grown so familiar, so “natural”, that we have a tendency to believe that beauty is intrinsic. And is up to artist to remind us this basic truth: that a land is not, straight off, a landscape; and that there is, between one and the other, all the elaboration of art.

Re-producción

Serge Latouche
Sobrevivir al desarrollo (2004)

La reproducción sostenible ha reinado en general en el planeta hasta el siglo XVIII; es todavía posible encontrar en ancianos del Tercer Mundo a "expertos" en reproducción sostenible. Los artesanos y campesinos que han conservado una amplia herencia de maneras ancestrales de hacer y de pensar viven muy a menudo en armonía con su entorno; no son depredadores de la naturaleza. Todavía en el siglo XVII, al proclamar sus edictos sobre los bosques, al reglamentar sobre las talas para asegurar la regeneración de los bosques, al plantar encinas que aún podemos admirar, para proveer mástiles para naves trescientos años más tarde, Colbert se muestra como experto en sostenibilidad. Al hacerlo, estas medidas contradecían la lógica mercantil.

Si esto es desarrollo sostenible, entonces tendremos que incluir en ello las prácticas de todos los campesinos que plantaban olivos y nuevas higueras cuyos frutos no verían nunca porque pensaban en las generaciones futuras, y eso sin seguir ningún reglamento, sino sencillamente porque sus padres, sus abuelos y todos los que los habían precedido habían hecho lo mismo. Evidentemente, esa conducta prudente no tiene nada que ver con el desarrollo económico real de las sociedades actuales.

Naturaleza humana

Edgar Morín
El pensamiento ecologizado (1989)

La autonomía material y espiritual de los seres humanos depende de alimentos culturales, del lenguaje, de un saber de mil cosas técnicas y sociales; cuantas más nos permita conocer nuestra cultura de otras culturas ajenas y pasadas, más posibilidades tiene nuestra autonomía.

Desarrollo

Serge Latouche
Sobrevivir al desarrollo (2004)

En muchas civilizaciones (si no en todas), antes del contacto con Occidente el concepto de desarrollo se encontraba del todo ausente. Su traducción en las lenguas africanas, en particular, ha llevado de cabeza a los expertos:

...los bubi de Guinea ecuatorial usan un término que significa a la vez "crecer" y "morir", y los ruandeses construyen el desarrollo (la noción) a partir de un verbo que significa "caminar", "desplazarse", sin que ninguna direccionalidad particular esté incluida en la noción. Esta laguna no tiene nada de sorprendente, indica sencillamente que otras sociedades no consideran que su reproducción dependa de una acumulación continua de conocimientos y bienes que presupongan un futuro mejor que un pasado. ... Así mismo, en wolof se ha intentado encontrar un equivalente a desarrollo en una palabra que significa "la voz del jefe". Los camerunenses de lengua eton parecen ser todavía más explicitos, hablan del "sueño del blanco". La figura del desarrollo no posee equivalente en moore y se traduce lo mejor posible con la frase "tond maoodame tenga taoor kend yinga" (luchamos para que en la tierra -el pueblo- las cosas vayan mejor -para mí). El colmo se ha intentado alcanzar con el idioma quechua, queriendo encontrar la idea de desarrollo con la expresión "trabajar bonito para la próxima salida del sol".

Esta ausencia de palabras para expresarlo es un indicio, aunque no suficiente, para probar que los valores sobre los que se basa el dearrollo, y particularmente el progreso económico, no se corresponden en absoluto con aspirraciones universales profundas.

Por lo que se refiere al Africa negra, los antropologos han señalado que la percepción del tiempo se caracteriza por una clara orientación hacia el pasado: los sara del Chad estiman que lo que se encuantra tras sus ojos y que no pueden ver, es el futuro, mientras que el pasado se encuantra delante, ya que es lo conocido. Sería estupido etnocentrismo intentar hoy rebatir la lógica de esta representación.

¿Que significa paisaje? (3)

Retorno al paisaje. Gerard Vilar
Postfacio de El paisaje y su sombra. Mathieu Kessler

El último tercio del siglo XX ha conocido un proceso de rehabilitación de la estética de la naturaleza.
Puesto que avanzamos inexorablemente hacía el dominio total de la razón instrumental, resulta comprensible que “mientras un progreso utilitarista y romo siga violentando la superficie de la tierra, no podrá desalojarse del todo la idea, por más pruebas en contrario que se aduzcan, de que cuanto hay más acá o antes del rumbo actual, es mejor y más humano por haberse rezagado” (1).

- En la belleza natural adivinamos, pues, el resplandor intermitente de la utopía, que no puede entenderse en términos de mero placer.
- En toda experiencia estética auténtica nos encontramos la negación de algunos rasgos sociales dominantes; “la belleza natural es la alegoría del más allá de la sociedad burguesa, de su trabajo y de sus mercancías”, escribio Th. W. Adorno

(1) Theodor W. Adorno. Teoría Estética

Producción, re-producción, representación

Pequeño ensayo semiotico

jueves, 9 de abril de 2009

Paisaje (6)

The Roden Crater. James Turrell. Desde 1972








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lunes, 6 de abril de 2009

Momij-gari

En Japón

Contemplar las flores del arce, en otoño.

Hanami

En Japón

Contemplar las flores del cerezo, en primavera
.

sábado, 4 de abril de 2009

Los lugares de la cultura

Alison & Peter Smithson
Italian Thoughts (1993)

One´s "returns" to Bath, to Athens, to Cambridge (Mass), to Milan, to Stockholm are each, if one examines them, ritualized in this way: one seeks -like an animal to salk-lick- the flavour of
one´s earliest experiences of the territory at its most extreme. One seeks the places where the sensation is sharpest in us.

Paisaje (5)


England's South Downs gain national park status

The new South Downs national park will spread across Sussex and Hampshire and cover an area of 627 square miles. Ver Enlace

Historia natural

Antonio Muñoz Molina

La historia natural es un antídoto saludable de los desastres, las idioteces y las crueldades sin nombre de la historia política.
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